viernes, 19 de octubre de 2007

Apocalypse Now

Comentario de APOCALYPSE NOW




Existe algo bastante común entre las grandes películas, sobre todo en las obras maestras, que consiste en la dificultad de resumir en una sinopsis concreta el contenido de la película. Tal es el caso de la epopeya bélica con la que Coppola cerró su década prodigiosa (El Padrino I, La conversación y El Padrino II precedieron a la obra que hoy nos ocupa).

Se puede hablar de su planteamiento inicial, de la misión secreta que es encomendada al capitán Willard (Martin Sheen) por la que deberá remontar río arriba hacia las profundidades de la selva vietnamita para localizar y aniquilar al coronel Kurtz (Marlon Brando) que, oficialmente, se ha vuelto loco y se esconde en aquellos remotos lugares al mando de una tropa que lo adora como a un dios viviente. Pero, al igual que en El Corazón de las Tinieblas, la novela de Joseph Conrad que inspira la película, el viaje hacia Kurtz se convierte en una obsesión y la locura de la guerra de Vietnam sólo deja resquicio para ver y comprender el horror: arrasar poblados, escuchar a Wagner en los helicópteros de combate, hacer surf durante los bombardeos y respirar napalm por la mañana. Ante la desquiciada mirada de Willard tan sólo pasan imágenes del sinsentido, de la crueldad y de la maldad. Es un hombre destruido por dentro que vive para morir en su misión. Al final del río, envuelto entre la sofocante y espesa selva, espera en la oscuridad Kurtz, quien puede tener la palabra de la verdad o sólo el delirio de la locura.


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Ficha técnica y artística

Apocalypse Now. EEUU, 1979, 153 min. (202 min. v. redux)

Dirección: Francis Ford Coppola

Intérpretes: Martin Sheen, Marlon Brando, Robert Duvall,
Dennis Hopper, Laurence Fishburne, Harrison Ford

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Crónica de Atticus Finch


Pulsa en la pantalla para escuchar las míticas reflexiones del teniente Kilgore sobre el olor del napalm por la mañana

En homenaje especial a Francis Ford Coppola por crear una obra tan magistral que casi le destruye física y mentalmente y que le llevó más de tres años de producción, ofrecemos las legendarias secuencias de La Cabalgata de las Walkirias de Wagner a bordo de los helicópteros de combate:


2 comentarios:

Alejandro dijo...

Todavia no la he visto, promete... Bueno hoy no puedo extenderme demasiado, pero he vuelto a conseguir la pole. Je je je.

Un abrazo amigo.

P.D:Rodri eres la élite

Alejandro dijo...

El horror... no el miedo ni el mal. El mal tiene un fin, es egoísta, pero el horror... El horror no tiene objetivo, es la sangre por la sangre. Alma tras alma entregada al abismo sin sentido, sin consuelo. Cuando las motivaciones iniciales son solo vagos recuerdos convertidos en vulgares mentiras. Cuando únicamente queda el vacío y una mano firme que solo sabe matar...Lo unico que permanece es el horror... Incontrolable, terrible, macabramente divino y revelador. Como la bala de diamante. En el espacio en el que no hay fronteras, no hay división entre el bien y el mal. Es más, no existen el bien y el mal, ahí se encuentra. Es una consecuencia, un hecho. Un montón de bracitos cercenados recién vacunados.
Si se contempla contínuamente, si se hace cotidiano, subir escaleras llenas de restos humanos no supone el más minimo impacto. En ese estado, entre la locura y la iluminación, lo que verdaderamente asusta es volver al hogar. Una esposa, hijos, electrodomésticos y consumismo... todo es banal una ilusión, una mentira alejada de la verdad de lo terrible. Por eso la dualidad de los soldados vacíos, atrapados en dos mundos sin una realidad firme sobre la que caminar.
La misión de Willard ya no es la misión impuesta por sus mandos sino una búsqueda de sí mismo. Camina peligrosamente en el filo de la navaja, como el caracol. Al final del río está su respuesta. Llega como vulgar chico de los recados y acaba como ángel ejecutor. Descubre su papel en esta historia épica y se deja arrastrar por el destino. Comprende que todo carecería de sentido sin su aportación, sin el sacrificio final, sin la rúbrica de sangre. Y es que el coronel comprendió que la única manera que tenía de entender el horror y liberarse de su tormento, de su jaula decadente, era sucumbir al mismo. Para saber que hay en el abismo hay que arrojarse a él.

Una película sobresaliente. Quizás sobrexpone el concepto de la locura del soldado. Del paso acelerado de la lucidez a la demencia(en el caso del surfista sobre todo) me cuesta creer muchas escenas en las que se sobrepone la temeridad al instinto de supervivencia. Pero debe de ser el color que le quiso dar Coppola. Como en las narraciónes griegas en las que los héroes padecen más por las decisiones divinas que por lo crudo de las guerras.

Bueno, volviendo a la realidad de este blog. Je, je, je (no me he metido ácido para hacer este comentario) espero que te guste esta reflexión. Es un poco al estilo Conan, ya sabes. Parece sacada del diario de un monje estigio. Pero es lo que me ha salido del coco nada mas terminar la película.

Un abrazo.

P.D: Rodri eres la élite.