Comentario de EL BUENO, EL FEO Y EL MALO
Hace cuarenta años llegó a España un joven actor norteamericano cuyo currículum consistía principalmente en algunos papeles en cintas de serie B y un serial televisivo sobre pistoleros del Oeste. El muchacho, llamado Clint Eastwood, había aceptado participar en el rodaje de una película cuanto menos singular: un western a filmar en el sur de España dirigido por un italiano. Estaba a punto de nacer "Por un Puñado de Dólares" (1964), de Sergio Leone, la obra que convertiría al llamado spaguetti western en cine con mayúsculas. Tras su gran éxito seguirían dos obras de mayor calibre, "La Muerte Tenía un Precio" (1965) y "El Bueno, el Feo y el Malo" (1966), completando así la archiconocida Trilogía del Dólar, un referente cultural para varias generaciones de espectadores. Las tres cintas de Leone llevaban deliberadamente hasta el extremo los estereotipos creados por el propio género años atrás y los envolvía en una atmósfera sucia, árida. A sus personajes se les ve el sudor y la mugre, se palpan sus cicatrices. Los primerísimos planos marca de la casa se funden con la gran música de Ennio Morricone y con el propio desierto de Tabernas, en Almería. Eastwood encarnará siempre al protagonista de cada largometraje, cada uno diferente pero igual: cara de granito, maestría con el revólver y siempre pegado a un poncho. Es el Hombre sin Nombre, un personaje que carece de nombre de pila y al que los demás se refieren como El Manco o Rubio según la película. Leone repetiría el mismo patrón en su posterior western rodado en EEUU, la colosal "Hasta que Llegó su Hora" (1968), donde Charles Bronson retomaba el papel sin nombre bajo el alias de Armónica. A finales de los 80, cuando Eastwood ya se consolidaba como el gran actor y director que es, su personaje de "El Jinete Pálido" recordaba al Hombre sin Nombre creado por Leone: tan solo era el Predicador, un fantasmal justiciero por encima del bien y del mal. Lejos había quedado el tiempo en que el realizador italiano afirmaba con cariño que Eastwood solo tenía dos registros como actor: con poncho y sin poncho.
"El Bueno, el Feo y el Malo" es probablemente uno de los títulos más descriptivos de toda la historia del cine. El bueno no es otro que el cazarrecompensas Rubio (Clint Eastwood), el feo un ladrón de bancos llamado Tuco (Eli Wallach) y el malo un siniestro pistolero que responde al alias de Sentencia (Lee Van Cleef). Estamos en plena Guerra de Secesión y los ecos de la contienda también se hacen presentes en los aislados territorios del Oeste. Rubio y Tuco, en apariencia cazador y presa, se han asociado temporalmente para timar a los sheriffs de multitud de pueblos de la región. Tras una discusión sobre el reparto de las ganancias Rubio abandona a Tuco en mitad de la nada y huye con todo el botín, pero éste consigue sobrevivir y jura vengarse. Tras dar con Rubio ambos se internan en el desierto y se encuentran con una caravana sudista. En ella, un soldado mortalmente herido les pide agua a cambio de revelarles el paradero de un tesoro de varios miles de dólares perteneciente al bando confederado. Antes de morir revela parte del secreto a cada uno: Tuco conocerá el cementerio donde está enterrado el botín pero es Rubio quien sabe en qué tumba hay que cavar. A pesar de que no se fían lo más mínimo el uno del otro, ambos deciden colaborar una vez más y repartirse el dinero. Para complicar su tarea se darán de bruces con la guerra y con un hombre llamado Sentencia que lleva tiempo buscando el botín de los sudistas.
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Ficha técnica y artística
El Bueno, el Feo y el Malo (Il Buono, il Brutto, il Cattivo). Italia, 1966, 161 min.
Dirección: Sergio Leone
Intérpretes: Clint Eastwood, Eli Wallach, Lee Van Cleef
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Crónica de El Maquinista
Pulsa en la pantalla para ver una escena de "El Bueno, el Feo y el Malo"