domingo, 7 de octubre de 2012

El Pianista

Comentario de EL PIANISTA


Decía Woody Allen en una sus películas que cada vez que escuchaba a Wagner le entraban ganas de invadir Polonia y, a juzgar por los acontecimientos históricos que ha vivido este país, no ha sido el único en pensar así a lo largo de los tiempos. La ubicación de Polonia en plena llanura central europea ha sido clave en su agitada historia, ya que no posee barreras naturales que contengan a sus dos grandes vecinos, los alemanes en occidente y los rusos en el oriente. El apetito expansionista de estos dos pueblos tiene antecedentes desde hace siglos, razón por la cual los polacos siempre han acabado emparedados entre ambos y como botín de guerra a repartir, resultando esto en profundas modificaciones territoriales y fronterizas. Probablemente uno de los casos más paradigmáticos de esta situación tuvo lugar al desencadenarse la II Guerra Munidal en 1939, cuando la Alemania nazi y la Rusia comunista acordaron secretamente dividir Polonia en dos mitades y repartírsela como si de una tarta se tratase. Muchos somos conscientes de que las tropas de Hitler invadieron las tierras polacas el 1 de septiembre de ese año produciendo la declaración de guerra de Francia e Inglaterra (la URSS no entraría en la contienda hasta 1941), pero solemos olvidar que quince días después Stalin mandó al Ejército Rojo a ocupar la parte oriental de Polonia sin disparar un solo tiro contra la Wehrmacht, en virtud del tratado de no agresión Ribbentrop-Molotov. Después llegaría con el tiempo la locura de Hitler de atacar la URSS y la elevación de la guerra a cotas mundiales. Al finalizar el conflicto en 1945 los polacos fueron liberados/ocupados por los soviéticos y convertidos en estado satélite de Moscú al otro lado del Telón de Acero. No sería hasta cuarenta años después, en la década de los 80, cuando la presión social y el sindicato Solidaridad conseguirían resquebrajar las estructuras del régimen comunista, consiguiendo tras la caída del Muro una Polonia libre y soberana por fin.

"El Pianista" narra los años de penuria que sufre el músico judeo-polaco Wladyslaw Szpilman (Adrien Brody) durante la invasión alemana en la Segunda Guerra Mundial. Corre el año de 1939 y Szpilman trabaja en la radio de Varsovia tocando piezas pianísticas cuando las tropas germanas toman parte de Polonia en una ofensiva relámpago. Para los nazis los polacos son una raza inferior a la que tratan con desprecio, pero los judios no llegan a tener si quiera la consideración de seres humanos. Así pues ser judío polaco en aquellos días es una de las peores cosas que le pueden ocurrir a uno. Szpilman lo sufre en sus propias carnes junto a su familia al ir sintiendo los efectos de la ocupación  y en especial con el progresivo cerco a la población judía. Discriminación, brazaletes identificativos, confiscación de bienes y el punto de no retono: la creación del Gueto de Varsovia, una cárcel urbana donde son reubicados todos los judios. Allí la miseria y el hambre van dando paso a las torturas, las persecuciones y finalmente los trenes de deportación a los campos de exterminio. Spilzman aguanta como puede toda la guerra en Varsovia y sus ojos son testigos de toda la infamia que cae sobre ellos. Roman Polanski, en la que es hasta hora su última gran película, ajusta cuentas con la historia y con su propio pasado.

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Ficha técnica y artística

El Pianista (The Pianist). Reino Unido, 2002, 148 min.

Dirección: Roman Polanski

Intérpretes: Adrien Brody, Thomas Kretshmann, Maureen Lipman

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Crónica de El Maquinista


Pulsa en la pantalla para ver el tráiler de "El Pianista"

10 comentarios:

Emilio José Pazos Brenlla dijo...

Que pena que Polanski no pudiese recoger el Oscar por sus probemas con la justicia americana. Tenía que ser Harrison Ford, quien se lo entregara en Europa.
Parece, en algunos casos que hay tantas situaciones tristes como en la película. Ojalá Polanski vuelva a coger brio después de, como bien dices, hacer su mejor película en años.

Enhorabuena por el post.

Enrique Hormigos dijo...

Aún a riesgo de resultar impopular, y considerando a Woody Allen uno de mis escritores de chistes favoritos, me la voy a jugar reivindicando la música de Wagner, tan injustamente asociada con lo peor que ha dado nunca la historia del ser humano, y vapuleada sin contemplaciones por gente que más tarde se reconoce rendida admiradora del lirismo de los mejores trabajos de Bernard Herrman (cualquiera que conozca un poco a W. y haya escuchado la banda sonora de “Vértigo” sabe a qué me refiero) y recuerda con entusiasmo la música de películas como “Excalibur”.

Lo más probable es que el sr. Wagner fuese un tipejo de muchísimo cuidado, pero si valorásemos la obra de los artistas por su calidad humana, aquí no se iba a salvar ni el tato, de Caravaggio a Picasso, pasando por Frank Sinatra y Roman Polanski.

Soltada la filípica, reconozco que Polanski es uno de mis directores favoritos, y en esta película lo vuelve a bordar. Adrien Brody está sensacional, la atención al detalle y los cientos de matices que Polanski saca siempre a todo, la capacidad de emocionar y sugerir y, sobre todo, el cariño y la inteligencia con que trata siempre el material con el que trabaja redondean un pedazo de peliculón.

Leí el libro de Szpilman antes de ver la película y recuerdo haber quedado impresionado por una breve escena en el andén de la estación en la que el protagonista y su familia comparten un caramelo. Poco después, los guardianes los separan a unos de otros de tal manera que uno se huele que ya no van a volver a reencontarse nunca, lo que convierte a ese caramelo solitario en la última comida que la familia va a compartir en su vida.
De esa manera, lo que empieza siendo un momento entrañable acaba helando la sangre (porque, además, el libro está escrito con una especie de frialdad muy desasosegante).

El momento aparece fielmente en la película, y he de decir que no imagino a nadie que pudiera haberlo rodado mejor.

En fin, udes. disculpen por la extensión (con la mitad de trabajo podría haber actualizado mi blog, pero como lo mío ya me lo sé, siempre me parece más interesante lo de los demás…) y un saludo :)

El Bueno de Cuttlas dijo...

Hola Emilio, como bien dices Polanski no puede jugársela e ir a los EEUU porque le pueden trincar y meterlo en chirona. Y eso que tiene doble nacionalidad francesa, que si solo fuera polaco ya le habrían raptado en Suiza, como cuando estuvo cercado varios días en su casa de los Alpes. En fin, Polanski el hombre es alguien con pasado turbio que no puedo juzgar, pero Polanski el director es uno de los mejores realizadores de nuestra vieja Europa. Ojalá vuelva a rodar algo tan buen como "El Pianista".

¡Gracias y un saludo!

El Bueno de Cuttlas dijo...

Muy buenas Enrique, yo estoy contigo al cien por cien al defender a Wagner, aunque a mi particularmente muchas de sus óperas me taladran los oídos. De hecho en Radio Clásica, que suelo escuchar bastante, tienen la manía de poner los fines de semana un montón de obras suyas, así que las sufro con regularidad. Wagner era un gran músico y él no tiene la culpa de que un puñado de anormales vestidos con camisas pardas se intentaran apropiar de su legado años más tarde. Y es vergonzoso que en Israel prohíban tocar obras suyas, es como en la Unión Soviética cuando no estaba permitido tocar a Beethoven por considerarlo símbolo de la degeneración occidental (sic).

En fin, como cualquier cinéfilo que se precie siempre recordaré la mítica Cabalgata de las Walkyrias sonando a todo trapo en "Apocalypse Now" mientras Robert Duvall lleva a sus helícopteros de combate contra el Vietcong. Y en "Excalibur" cuando Arturo libra su última batalla contra el Mal arropado por sus leales caballeros y comienzan los acordes del Ocaso de los Dioses (¡y el Carmina Burana de Carl Orff!)

Yo también me he extendido un poco... habrá que apuntar el libro de Szpilman. ¡Un saludo señor Hormigos!

ethan dijo...

Los desmanes cometidos por Hitler en Polonia sólo fueron comparables a los que cometió Stalin allí mismo. Pensemos en la matanza de Katyn reconocida hace bien poco por los rusos.
La peli, muy buena.
Saludos

Enrique Hormigos dijo...

La de "Katyn", también.

El Bueno de Cuttlas dijo...

Hola Ethan, recuerdo que hace un par de años o así el presidente de Polonia (uno de los hermanos gemelos estos) se pegó una torta en avión justamente cuando iba a honrar la memoria de los muertos en Katyn. Parece que ese sitio persigue a los polacos.

Stalin estaba chiflado y es uno de los dictadores más salvajes que ha sufrido Europa. Experto en deportaciones masivas, campos de concentración siberianos y purgas de partido. Me hubiera gustado decirle un par de cosas y tener a mano mis guantes de boxeo por si acaso.

Los rusos son un pueblo increíble pero no dan pie con bola en lo de elegir a sus líderes.

PD cinéfila: El fin de semana vi "Solaris", de Andrei Tarkovsky y me pareció un ladrillo de proporciones considerables. 160 minutos de narración incongruente en ruso... tremendo.

El Bueno de Cuttlas dijo...

Señor Hormigos, me apunto la película pero el cine eslavo lo tengo en cuarentena hasta que me recupere del visionado de "Solaris".

Un saludo

Enrique Hormigos dijo...

Yo pasé seis meses con problemas de motricidad neuronal en el lobulo temporal tras el visionado de "Sacrificio".

Otra obra maestra del bueno de Andrei.

El Bueno de Cuttlas dijo...

Je je pues es una de las películas que me disponía ver a medio plazo. Hace como un mes me decidí a ver algo de Tarkovski y me hice con "Solaris", "Stalker" y "Sacrificio". La primera me ha dejado ko pero tenía la esperanza de que "Sacrificio" fuese más amena por durar "solo" 140 min. y estar hablada en sueco, una lengua que me resulta bastante agradable al oído.

¿Qué me deparará el destino?